jueves, 24 de abril de 2008

Gárgara Larga


A mí, hay dos dolencias por sobre todas las demás que me hacen odiar al mundo:
1)El momento previo a vomitar
2)El resfriado que se está incubando.

El primero, gracias a Dios, hace años que no lo padezco, con la excepción de una intoxicación en Misiones, que ya me fue más que suficiente para, por lo menos, 20 años más.

El segundo lo estoy padeciendo ahora mismo.¬¬

Lo que hace que algo tan simple y cotidiano como un resfrío me haga odiar al mundo es que me genera en la garganta la misma sensación que te dejaba el Naranjú, los confites Sugus, la leche condensada o un Nesquick caliente: esa carraspera que te ahoga.
Sólo que permanente. Y más fuerte en el momento en el que me voy a dormir.

Y yo duermo con aparatos que me corrigen la mordida y me quitan tensión. Si no los uso, al otro día me duele la cara, la cabeza, la nuca y a veces hasta la espalda.

Y cuando estoy incubando resfrío o resfriada no puedo usarlos, porque me dan arcadas!
Asique además del mal humor y el insomnio que me genera esa carraspera ahogante puta, se le suma una elección: o arcadas por usar los aparatos, o contracturas horrendas por no usarlos.
Todo esto si, entre ahogo y ahogo, encuentro 10 minutos de paz y de puta casualdidad me duermo.


¿¿Qué carajo hace la ciencia, estudiando el espacio la muy hija de puta, mientras yo acá me ahogo como un perro por un simple resfriado?!
¡¿Eh!?
.
.
.

1 comentario:

Anónimo dijo...

el momento previo a vomitar, y el post con la super acidez.. que horror..